Como todos los
días de los últimos años ella se subió por el otro lado, murmuró algo y el
arrancó.
Sus ojos miraban por las ventanas. El con la mirada en el
camino murmuraba algo del clima. Ella veía
las vacas que rumiaban en el campo y contestó algo inentendible.
Ella lo miró mientras él veía para el otro lado. El la miró luego. Su suspiro le volvió a la realidad.
La mano de ella se estrechaba a la izquierda. La mano de él se estrechaba a la derecha. Sus ojos apenas se entrecruzaron un segundo.
Llegaron.
El manejaba adelante.
Ella iba atrás.
- ¿cuánto es?
- $4.50 - dijo el
- póngalo a la cuenta – contestó ella
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