Hay un libro maravilloso – “Momo” de Michael Ende (quién
también escribió “La historia sin fin”) – que habla de cómo llegan unos seres
grises, que guardan el tiempo de las personas en bancos y así la gente nunca
tenía tiempo para lo importante. Solo para trabajar y trabajar. Trabajar para
ahorrar tiempo. Y siempre con menos tiempo. El tiempo era el oro de esos seres
grises por cuánto los humanos le damos tanto valor a éste.
"Stolen time" - fuente: insatiablereaders.blogspot.com |
En la búsqueda de ahorrar tiempo, tomamos café instantáneo,
comemos hamburguesas rápidas, preferimos el sitio donde no se demoran en servir,
no damos paso en el tráfico y obviamos el beso de buenas noches. Todo por
ahorrar tiempo. Ahorrar. Como si tuviéramos una libreta de ahorros dónde
ponemos nuestros ahorros de cocinera en miras a un viaje de vacaciones cuando
tengamos plata. O para jugar a las escondidas contando hasta 100. Como si el
tiempo fuera ahorrable. Y gastable en futuro cercano. En un futuro que nunca
llega.
Con esto del ahorro de ese tiempo escurridizo, nos olvidamos
que hay pocos olores mejores que el del café recién pasado (el olor de la
tierra cuando llueve, es uno de esos). De la felicidad involucrada en poner las
hamburguesas al fuego de la parrilla y oír la grasa caer en los carbones. Del
olor de esa grasa en los carbones. De la buena conversa con un vino en la mano
mientras esperamos la cena. De la cena. De la satisfacción de ser cortés y
permitir que el carro vecino entre delante nuestro. De la sonrisa llena de
agradecimiento recibida. De la calidez de sentirnos queridos. Del beso.
Los días siempre tienen 24 horas (o 1440 minutos)
independientemente si ahorramos tiempo o no. Cada día se reescribe con el mismo
número de minutos y el tiempo ahorrado se esfuma con lo que cerramos los ojos
al dormir. No sirve de más. La vida es una sola. Y es demasiado corta y bonita
para obviar esos placeres de la vida que surgen con el derroche de un poco de
tiempo. Que al fin y al cabo no es derrochar. Es hacer buen uso de la
vida. De esa vida que solo la vivimos
una vez en este cuerpo y con esta mente. De esa vida que nos hace sentirnos
felices de vivirla y que nos deja una sonrisa dibujada en la cara cuando se
pone el sol y sale la luna. De sabernos vivos. De saber si que si bien de ésta
no salimos vivos, sí que la gozamos en el entremedio.
[Publicado en Diario El Tiempo de Cuenca el 15 de noviembre del 2014 - http://es-cara-bajo.blogspot.com/2015/01/gran-quizas_37.html]
[Publicado en Diario El Tiempo de Cuenca el 15 de noviembre del 2014 - http://es-cara-bajo.blogspot.com/2015/01/gran-quizas_37.html]