lunes, 12 de agosto de 2013

Amor de novela

Para Fabi - quién me dio la idea…

Ahí viene, pero – para variar – está ocupada. No me ve. Me ignora. Me evita. Y yo me muero por ella.

Me muero porque me toque, me acaricie y me huela. Pero ella, impasible deja el bolso gigante cerca de la lámpara, y la prende. Sigue sin verme. Y yo sigo muriéndome por ella. Me cuesta pensar que no se me acerca; pensé que teníamos algo, que habíamos hecho conexión. Supongo que no. Pensé que en esos breves momentos íntimos, le había gustado – porque –  ella sí que me gustó.

Me gustó su olor elegante y sobrio, su pelo ensortijado y enredado color miel quemada, la piel de sus manos y el anillo de ámbar en el dedo medio. Me gustó su ropa casual de buen gusto. Me gustó la simpleza de su maquillaje y la liga de pelo en la muñeca izquierda, lista para amainar las olas de su pelo ensortijado ante el arrebato del calor. Me gustó, mucho…

Veo su deambular por la habitación. Huelo el aroma que despide a cada paso. Siento la cadencia de sus movimientos.  Escucho su respiración agotada luego del día de trabajo. Saboreo los momentos compartidos. Pero ella no me ve, no me huele, no me siente, no me escucha ni me saborea.

Por fin viene hacia mí. Tiene la mirada dulce pero perdida en el tiempo y en el espacio. Poco después siento que me busca y al divisarme sobre el sofá, sonríe. Me sonríe. El mundo gira nuevamente para mí. Estoy en las nubes. Si, le gusto y hubo conexión.

Me toma delicadamente, me huele. Me aprieta contra ella y siento su blusa de lino color celeste. La veo sonriendo. Se acomoda sobre el sofá y abre la tapa. Busca la página 24 y empieza a leer. Justo dónde habíamos quedado en nuestra primera cita. Mi corazón vuelve a latir…

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