El de ahora me desvela y me quita el sueño. Me hace que
espere a que todos duerman o estén en sus cosas para poder encontrarme y
perderme. Me mantiene al filo de la cama y al borde del camino. Hace que esté
con la mente alerta y que no duerma tranquila. Me despierta a media noche y me
hace soñar a media mañana. Me motiva a ser mejor, a no quedarme en un status
quo permanente. Me enseña nuevas cosas y me permite sentirme orgullosa de mi
mismo. El de ahora ama mis manos y mi
mente. Mis herramientas preferidas. El de ahora se resume en un cuaderno y en
un esfero. El de ahora es esto – la escritura y la escribidora. Y algún día – escritora.
El de ahora me apasiona. Cuando no me encuentro con él (¿o
es ella?) me siento vacía. Me siento perdida y necesitada. Me permite encontrarme
en mundos imaginarios o de realidad aumentada. Me lleva a tantear terrenos
desconocidos, conocidos, tabús y de fantasía. Me llama a buscar verbos y
sinónimos. A aprender de los grandes. A entender a los pequeños. A buscar mi
espacio en esa escala métrica de grandeza.
El de ahora me llama todo el tiempo. Y como en todo romance
tengo alcahuetes – mi computadora, las notas que puedo escribir en el teléfono inteligente,
el cuaderno de Van Gogh y la memoria que se desmemoria a menudo. Tengo Celestinas
que me hacen los planes para que pueda encontrarme con él (¿o es ella?) – el tiempo
en solitario, las medias noches escurridizas, los sábados al almuerzo y el
apoyo de quienes me apoyan. Tengo este espacio, donde lees mi alma desnuda.
A escribir en corto, o en largo. A escribir.
[esta entrada se empezó a materializar en febrero del 2013, pero se concretó la necesidad de su escritura y publicación luego de leer: http://brujulacuidador.com/2013/08/04/hay-que-tener-un-amante/]
[esta entrada se empezó a materializar en febrero del 2013, pero se concretó la necesidad de su escritura y publicación luego de leer: http://brujulacuidador.com/2013/08/04/hay-que-tener-un-amante/]
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