Me gusta salir sola. Me gusta salir a comer, bailar, pasear
sola. Me gusta, entre otras cosas, la reacción que causa. Una mujer sola se
percibe como abandonada, triste, incompleta. Para mi es al revés. Me siento
completa en mi compañía. Me siento una.
Cuando salgo a bailar sola me gusta el poder ensimismarme en
el ritmo, en sentir la música en mi pecho e imaginarme colores que salen de los
parlantes. Y bailo sin tapujos. Sin apariencias. Sin inhibiciones. Cuando bailo
sola, no falta quien venga a sacarme a bailar. No falta quien me mire y se
sonría. No falta quien diga lo que diga. Para mí solo hay el sonido, la
cadencia del movimiento, la felicidad de tener un metro cuadrado donde puedo
desenvolverme a mi gusto.
[diseño por afterglowstudio]
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Cuando salgo a cenar sola, generalmente cuando estoy de
viaje, me gusta contemplar la gente; y ver como ellos me contemplan. Muchos –
por no decir todos, se pasan la historia de mi vida. Algunos se acercan y me
preguntan si estoy bien y si deseo compañía. Respondo que sí, que estoy bien;
que no, no deseo compañía. Disfruto del placer de cada bocado sin la necesidad
de la prisa para dar paso a la palabra. Saboreo los sabores y disfruto de las
texturas. La consuetudinaria copa de vino blanco se hace más fresca, más
chispeante. Su aroma y cuerpo toman más fuerza. El momento es de uno, un duelo
de gustos, olores y colores.
Cuando salgo a pasear sola me gusta el espacio. La falta de
preocupación de responder a otra persona. Me gusta que no tengo que hacer nada
más que poner el un pie frente al otro e ir hacia adelante. O hacia atrás. Que
puedo parar, mirar, descansar, contemplar, perderme en ese momento sin dar
explicaciones. Sin miramientos. Sin el apuro de hacerlo rápido para no molestar,
para no agobiar al resto, para continuar con la manada. Me gusta sentarme a ver
pasar la gente, ver pasar la vida. Ser espectador desde adentro de la película.
Me gusta respirar el aire que respira el resto, sentirme parte de un todo – a pesar
de estar completa en mí mismo.
La soledad es subjetiva. Lo que para uno puede ser un
momento de respiro al trajín del día a día, para otros puede ser motivo de preocupación
y desazón. Lo cierto es que todos vivimos nuestra vida de la mejor manera
posible, y no siempre es posible entender – o tratar de entender – lo que para
uno es inentendible. Mi abuelo siempre decía que hay que ponerse en los zapatos
del otro, y esto aplica hasta para esas cosas – como una mujer sola – que
ciertos cánones dicen que no deben ser así. Mi soledad está bien acompañada, me
tiene a mí misma. Así ya somos dos.
[publicado en Diario El Tiempo de Cuenca el 24 de marzo del 2014 en el siguiente link: http://www.eltiempo.com.ec/noticias-opinion/8642-ella-baila-sola/]
[publicado en Diario El Tiempo de Cuenca el 24 de marzo del 2014 en el siguiente link: http://www.eltiempo.com.ec/noticias-opinion/8642-ella-baila-sola/]