lunes, 11 de agosto de 2014

¡Salud!

En los brindis, cuando uno celebra, no es en vano que uno diga ‘Salud’ al levantar el vaso. Lo decimos también ante los estornudos, sean éstos solitarios o repetidos. Como una palabra que puede conjurar un hechizo contra la gripe o el resfrío. Sabemos que la gripe te reduce, te quita potencial. La salud es lo más preciado que se puede tener. Y, al igual que con otras cosas, solo nos damos cuenta de su importancia cuando la perdemos.

De chicos desafiábamos a nuestras mamás con las inclemencias del clima: no nos poníamos la casaca cuando llovía, nos quitábamos el gorro de lana detrás del primer árbol y las botas de caucho nos quedaban chicas sin haberlas usado en las vacaciones. Volar cometas significaba short, camiseta y mucho viento; no pantalón, chompa y mucho viento. De mamás, nos frustramos con los desafíos de los hijos ante las inclemencias del clima. Nos morimos de frío, por ende les ponemos casaca, gorro de lana y botas de caucho sin importar que se vean como mampuchos o que este ajuar les impida coger shugshis, trepar árboles o saltar la soga. Sabemos, las mamás (y los papás), muy bien que si los hijos se enferman, somos los padres lo que pagamos los platos rotos.

De más grandes, tentamos la salud saliendo muy glamorosas pero poco abrigadas; o ganándole al viento en la moto y al sentido común con las peripecias; haciendo uso de cierta libertad, empezamos a ver el mundo como un lugar donde podemos y debemos desafiar los límites, poner a prueba las vacunas y tentar con las enfermedades infecto contagiosas. Muchos solo pasamos rozando el hospital, otros hacen sucursal. Pero todos creemos que eso no nos pasará a nosotros.
Luego, pensamos que es una inversión – y una necesidad – el pagar el seguro médico privado y el IESS, tomar el Omega-3, las semillas de chía, los multivitamínicos y la aspirina de niños. Llevamos una chompa en la cartera y nos tomamos una vitamina C por un por sí. Todo para mantener la salud o mejorarla si esta medio chueca.


Sin salud no se tiene nada. Ni paz, ni bienestar, ni buen genio, ni éxito, ni glamour. No importa cuánto dinero se tenga. Con él sólo se puede comprar medicinas, tratos personalizados y el salto a la lista de espera. Pero no se puede comprar la salud. Ese bien intangible debe ser conservado cueste lo que cueste. Si pierden la salud, aseguren de encontrarla, que solo así podremos pensar en vivir la vida al máximo – pero sin excesos, al límite – pero con fronteras, al día – pero pensando en el mañana.  ¡Salud!

[Publicado originalmente en el Diario El Tiempo - http://www.eltiempo.com.ec/noticias-opinion/9343-a-salud/ el sabado 9 de agosto 2014]