miércoles, 10 de junio de 2015

antípodas

Extremos. Antónimos. Opuestos. Matemáticamente hablando, serían un ángulo de 180°. Diametralmente opuestos. Los humanos buscamos extremos para todo. La antípoda de Quito es Singapur. Es decir, estoy casi al otro extremo del planeta. Y al estar acá puedo sentir con dolor los extremos que se están viviendo en mi país. Odio y amor. Pero de esos odios y amores jarochos, como hubiera dicho el Chavo del Ocho.

Estos polos están atiborrados de sentimientos de gran calado. Todos hemos tomado un bando. O estamos a favor. O estamos en contra. Que no es lo mismo, pero es igual. Lo que unos odian, lo aman los otros. Y viceversa. Hay intercambio de bandos. Unos se quedan, incólumes. Otros se van, acérrimos. Y en el momento que pisamos esa débil línea que separa los bandos, nos polarizamos al punto del fanatismo.

protesta ecuador (600 x 398)
Fuente: IMPACTOCNA (www.impactocna.com)
Veo con pena como hay enfrentamientos. En que el un bando saca al otro y no solo de quicio. Hay intercambios de gestos, señas, palabras. Hay provocaciones de lado y lado. Cada uno se siente ganador en esta derrota de ver un enfrentamiento entre hermanos. Mentamos la madre y la naturaleza, como si no supiéramos que a esas dos madres no se las debe tocar ni con un pétalo de una rosa. Quiénes eran aliados ahora son enemigos. Quiénes eran enemigos ahora son co-idearios.

Los enfrentamientos suben de tono. Y las fuerzas del orden, que son parte ambivalente en todo esto deberán responder a quien les paga su sueldo. Sean estos los de un bando o del otro. Son pueblo, después de todo. Bien lo dicen sus escudos antimotines. Tal vez el orden de los sustantivos dé lugar a pensarlos del otro bando, pero todos necesitamos trabajar para llevar el pan a la casa. Tal vez por eso están en ese orden. Espero que sepan meditar, que los altercados de lado y lado, pueden dar lugar a que actúen sin pensar que al otro lado del escudo está un hermano. Son humanos después de todo.

Solo espero que este antagonismo no pase de eso. Un duelo de voluntades, de egos, de límites y excesos, de atentados a la libertad, de ningunear el laborar de toda una vida  – y su manera categórica de expresarlos a viva voz y a forcejeos. Los extremos no son buenos y peor si los ponemos en práctica con quiénes son nuestros vecinos, colegas, amigos, paisanos y compatriotas. Solo espero que quién genera esta polarización de sentimientos utilice su cabeza para algo más que para ponerse el sombrero y se inteligencie en cómo evitar algo que – desde acá, desde la casi antípoda del Ecuador – parece inevitable. 

domingo, 17 de mayo de 2015

once upon a time

Once upon a time there was you
And now there is no you…


Photo: Veronica Toral-Granda
but
I can still remember
all the craziness
the laughs
the cheerful conversations
and
the serious ones too

the drives around Cape Town
your warm smile
the sparkle in your green eyes
in the afternoon sun

the wine
and
the bread
and
the music

the Vogelgat
and
the Kalahari
the coffees
and
the teas
the camping
and
the Old Brown Sherry

the oystercatchers

so, there is still you
in all those fond memories
in all those laughs archived in time
in all the times I think of you

my life is definitely better because you are still in it

miss you my friend, always

[related entries: Do you remember, Doug? and  a birthday on social media]

miércoles, 13 de mayo de 2015

de ocio

Fuente: alguna red social
Quienquiera pensaría que escribir es fácil. Al fin y al cabo es una de las primeras cosas que aprendemos en la escuela y que – junto con las cuatro operaciones básicas de matemáticas – las usamos hasta el fin de nuestros días. Pero no, no es tan fácil. Hay veces que bloqueos tecnológicos, mentales o espirituales hacen que terminemos escribiendo sobre lo difícil que es escribir.

Tampoco ayuda en estos bloqueos que ya no tengamos tiempo de ocio. Es decir tiempos para dejar volar la imaginación. Para crear historias. Para soñar sueños. Estamos permanentemente conectados  a algo. Tenemos sonidos que nos alertan. Lucesitas que nos recuerdan que hay algo pendiente. Un correo electrónico. Un comentario en las redes sociales. Una nueva canción en la lista de música. El link que nos compartieron sobre las últimas tendencias de moda en Hollywood. En fin, algo que nos mantiene ocupados. Mal-ocupados, en muchas ocasiones.

Ahora es común tener el internet más rápido. Pagar mucho por una mejor conectividad móvil. Tener televisiones en restaurantes. Prohibir hablar en buses y trenes. Poner WiFi en buses y trenes. Desktops, laptops, tablets, celulares inteligentes y no tan inteligentes. Redes sociales. Nuestro cerebro está siempre ocupado con ideas pre-digeridas que nos dejan pocas opciones más allá que compartir en la red social de preferencia.

Fuente: alguna red social
En aquellos breves momentos en que no estamos haciendo algo, siempre aparecen ideas. Historias. Sueños. Pero el sonidito ese, la lucesita aquella, circuitan el lado derecho del cerebro y nos quedamos con ideas, historias y sueños a medio vuelo. Se nos marchita la pasión, la creatividad, el deseo de hacer algo más que depender de esa lucesita, de ese sonidito. De esa maquinaria diseñada para alimentarnos permanentemente– en la mayoría de los casos – de cosas innecesarias. De hacernos vagos de imaginación. De cortar las alas de la creatividad.

En ocasiones esta sobre saturación de información nos disminuye el criterio y nos hace pensar igual a los demás. Resta la riqueza de la diferencia. Del pensamiento opuesto. De buscar en nuestro interior una posición sustentada en la lógica y en el conocimiento. Nos quita la formulación de nuevos postulados o de crecer interiormente sobre la base de esta diferencia. 

No se requiere mucho volver a escribir creativamente. Creo. Siempre hay muchos estímulos ajenos a la tecnología que facilitan la creación de cosas. Tengo muchas medias-ideas. Sólo me falta madurarlas y sacarlas a la luz. Tengo que dejar de depender de la tecnología. De sus lucesitas y soniditos. Espero que mi próxima pieza sea sobre algo más coherente y no solo el hecho que se me ha hecho bastante difícil escribir. 

miércoles, 28 de enero de 2015

gran quizás

[Sugerencia: leer todo este texto de una, leer luego los vínculos provistos]

...


Fuente: http://www.myjunkobsession.com/2012/03/painted-suitcases.html
Parafraseando a François Rabelais, me voy en búsqueda de un gran quizás[1]. Tengo algunas dudas, muchas certezas y cantidad de interrogantes. Así como son los quizás. Inciertos. Y con tantas posibilidades que es mejor dejarlos así.


Me voy, no porque acá no es suficiente. Me voy porque si bien es así, tengo un empacho con el status quo. Estoy en una zona de confort que me está apolillando la comisura de la sonrisa y anquilosando las articulaciones de la emoción. Años en lo mismo - con sus subidas y bajadas estacionales - que es necesario dejar todo y ponerse el sombrero de explorador. Dejar lo cómodo y seguro por lo espontáneo y arriesgado. Dejar la satisfacción de lo conocido por la emoción de lo que vendrá. De volver a tentar a lo desconocido. De empezar una aventura. Como ya las que ya he tenido antes y que han sido tan gratificantes.

A estas alturas del partido uno generalmente no deja todo. Todo. Uno no deja lo que ha trabajado en tener. Pasando por los apegos, las brujas y para llegar a las herencias tangibles e intangibles. Uno generalmente no hace eso. Generalmente. Pero yo no encajo en las generalidades. Nací con la mochila puesta - dice mi mami a menudo. Y ahora la mochila se cambió por ocho maletas en clase turista para una aventura en familia.

Fuente:
https://www.pinterest.com/pin/362891682445054623/
No creo que es ser valiente como me dijeron hoy. Creo que es tener sed de seguir aprendiendo, de seguir creciendo, de seguir viviendo. De aprender, crecer, vivir de acuerdo a ese sueño personal parqueado en algún lugar de la memoria. De ese sueño bien necio que se rehúsa a ser archivado por mucho tiempo. Uno que alborotó la comodidad y me hizo picar la curiosidad.


Es hacerlo porque sé que puedo. De hacer algo a pesar de tener miedo. De encaminarme a los Himalayas en lugar de preferir un paseo en carrusel. De saber que entre los intangibles que dejaré a mis hijos es la certeza que cualquier momento es bueno para aventurarse y cambiar la rutina. De experimentar un quizás que va a ser mejor en experiencias, en oportunidades, en metas cumplidas. O tal vez, simplemente, por tener la oportunidad de ese quizás. Y, realmente - porqué no.








[1] N. de la A. esta frase la ví por primera vez en el libro de John Green “Looking for Alaska”


[Publicado en el Diario El Tiempo de Cuenca el 31 de enero del 2015 - http://www.eltiempo.com.ec/noticias-opinion/10217-gran-quiza-s/]

jueves, 16 de octubre de 2014

a birthday on social media

What does one do when Facebook tells you that today is your best-far-away-friend’s birthday? And by far away, I mean really really far? Not just in another continent, but probably in another ‘time and space’? well… you wish him a happy birthday in any case.

My dear friend Doug passed away May 18th 2014. Some people wanted to know the details, they all asked as we were heartbroken with the news. All I know is that it was in a car crash. I did not want to know more. Why should I. All I cared to know was that he was no longer with us, in this space and time. That I was not to see him in our next trip to Cape Town. That I was not too hear his cheerful ‘howzit’ over a Skype call. I still get all teary thinking of him. I have his photo in my cell phone and every now and then I go back and look into his eyes and his cheerful grin.
Taken from "The Far Side" by Gary Larson

Today Skype also informed me it was his birthday and whether I wanted to ‘give him the gift of birthday calls to mobiles…’ – I wonder if Skype reaches wherever he might be. I wonder if he will be available too. I don’t have Twitter, and I wonder if he did. Otherwise, it may have reminded me of his birthday too.

Social media doesn't understand that he is not around – physically. Social media does not know that although it is a wonderful thing to be reminded of important dates, it is not that easy to be reminded that he would have been 41 today. But what social media does understand is the fact that many of us did wish him a Happy Birthday. Some of us also told him that we do miss him. That we wish he would be around for a chat, for a glass of champagne, for a quick Skype call.

What we do understand is that although he is no longer with us, he is. In another sense. In the good memories. In the good moments shared. Do you remember, Doug...? He probably does, and is grinning right now. Probably forgetting it is his birthday today and looking all nonchalant at all the good wishes. He probably is having a whole heartedly laugh wherever he is, remembering us as fondly as we are remembering him. Cheers Doug, cheers mate. Miss you…

[related entries: Do you remember, Doug? and  Once upon the time]

miércoles, 8 de octubre de 2014

ahorros de cocinera

Hay un libro maravilloso – “Momo” de Michael Ende (quién también escribió “La historia sin fin”) – que habla de cómo llegan unos seres grises, que guardan el tiempo de las personas en bancos y así la gente nunca tenía tiempo para lo importante. Solo para trabajar y trabajar. Trabajar para ahorrar tiempo. Y siempre con menos tiempo. El tiempo era el oro de esos seres grises por cuánto los humanos le damos tanto valor a éste. 

"Stolen time" - fuente: insatiablereaders.blogspot.com
En la búsqueda de ahorrar tiempo, tomamos café instantáneo, comemos hamburguesas rápidas, preferimos el sitio donde no se demoran en servir, no damos paso en el tráfico y obviamos el beso de buenas noches. Todo por ahorrar tiempo. Ahorrar. Como si tuviéramos una libreta de ahorros dónde ponemos nuestros ahorros de cocinera en miras a un viaje de vacaciones cuando tengamos plata. O para jugar a las escondidas contando hasta 100. Como si el tiempo fuera ahorrable. Y gastable en futuro cercano. En un futuro que nunca llega.


Con esto del ahorro de ese tiempo escurridizo, nos olvidamos que hay pocos olores mejores que el del café recién pasado (el olor de la tierra cuando llueve, es uno de esos). De la felicidad involucrada en poner las hamburguesas al fuego de la parrilla y oír la grasa caer en los carbones. Del olor de esa grasa en los carbones. De la buena conversa con un vino en la mano mientras esperamos la cena. De la cena. De la satisfacción de ser cortés y permitir que el carro vecino entre delante nuestro. De la sonrisa llena de agradecimiento recibida. De la calidez de sentirnos queridos. Del beso.

Los días siempre tienen 24 horas (o 1440 minutos) independientemente si ahorramos tiempo o no. Cada día se reescribe con el mismo número de minutos y el tiempo ahorrado se esfuma con lo que cerramos los ojos al dormir. No sirve de más. La vida es una sola. Y es demasiado corta y bonita para obviar esos placeres de la vida que surgen con el derroche de un poco de tiempo. Que al fin y al cabo no es derrochar. Es hacer buen uso de la vida.  De esa vida que solo la vivimos una vez en este cuerpo y con esta mente. De esa vida que nos hace sentirnos felices de vivirla y que nos deja una sonrisa dibujada en la cara cuando se pone el sol y sale la luna. De sabernos vivos. De saber si que si bien de ésta no salimos vivos, sí que la gozamos en el entremedio.

[Publicado en Diario El Tiempo de Cuenca el 15 de noviembre del 2014 - http://es-cara-bajo.blogspot.com/2015/01/gran-quizas_37.html]

viernes, 26 de septiembre de 2014

los mayores

Cuando era chica, y por los valores inculcados en casa, siempre debíamos respeto a las personas mayores. Entiéndase como mayores, no solo a los abuelos y tíos abuelos, sino que en esa categoría entraban las mamás y papás de los amigos, los amigos de los papás de uno y cualquier persona que tenga más arrugas y menos pelo que uno. Debíamos saludar y despedirnos, el beso era obligatorio y ni chistábamos. Era parte de. Decíamos ‘bueeenas’ si los veíamos en la calle y aceptábamos la perorata de siempre, esa de que ya estábamos grandes y qué cómo habíamos crecido. A esa edad nos era el comentario más loco que podíamos oír, claro que ya estábamos grandes. Obvio. Luego nos tocaba dar el saludo consuetudinario y no saber quién era que mandaba el saludo. Había que de ley preguntar cómo se llaman los papás del amigo de turno para poder dar el resumen de ‘hijo de quién es’ al llegar a casa…

Ahora, si bien no estoy en la edad ‘respetable’ que usó un colega escritor, ya califico como mayor. No como adulto mayor según la categorización del IESS, sino mayor según mi misma categorización de cuando era chica. Ya me dicen ‘bueeenas’ los chicos de colegio, los amigos de mis hijos componen la compostura cuando entro. Yo misma digo a los chicos que he visto crecer que ya están grandes y qué cómo han crecido. Veo también sus miradas de ‘obvio’ cuando lo digo. Mando saludos a los papás y pregunto hijo de quién es para poder ubicar al amigo de turno en el paisaje familiar.


Lo cierto es que todo da vueltas. Todo. Habiendo sido ‘chicos’ podemos entender esas actitudes siendo mayores, y ni se diga siendo de edad ‘respetable’. Es fácil ver para atrás y ver lo que hicimos o dejamos de hacer. Lo malo es que los chicos no han estado en nuestros zapatos todavía, y hasta que no lo estén, no podrán obviar su cara de ‘obvio’ a nuestros comentarios pues no entenderán como podemos decir algo tan simple. El tiempo pasa, y quienes lo hemos visto pasar podemos entender y aprender. Lo que nos queda es hacer uso de la paciencia aprendida con el ir y venir de los días, y esperar que los chicos, cuando ya sean mayores, tengan igual cantidad de paciencia que la que alguna vez tuvieron con nosotros quienes ahora son de edad ‘respetable’. 

[publicado originalmente en Diario El Tiempo de Cuenca el 26 de septiembre del 2014 - http://www.eltiempo.com.ec/noticias-opinion/9580-los-mayores/]